
Después de más de un mes sin escribir vuelvo a la carga... pero a duras penas (sí, a duras penas: sentado en el borde de la silla y haciendo fuerza con los pies para no apoyar el culo).
¿Y a qué debo el estado en el que me encuentro?
¿Esta sensación de invalidez?
¿De incapacidad?
Pues a mi nuevo compañero: el sinus pilonidal, del que ya he comentado mientras sólo era algo similar a un grano supurante. Ahora estoy operado. Me han quitado el microchip que a todos nos controla y soy un hombre libre. He dejado de ser un replicante.
Pero la libertad es dolorosa. Dolorosa de cojones.
Y asquerosa.
Y humillante.
Empecemos: operación y ataque de histeria antes de ir al quirófano. Calmantes para pasar el trago... y a dormir. Cuando despierto tengo once puntos a doble costura desde casi el ano hasta la cintura. Y para casa casi sin poder andar. Luego, una semana de puntos y a quitarlos (todo un gustazo, oiga señora). ¿Y ahora? Pues nada, todos los días a curas: me riegan con Betadine a manguerazos y me meten una gasa dentro de la herida que luego tapan con compresas (las prefiero sin alas, gracias). ¿Y hasta cuándo? Pues seguramente un mes de baja, que es lo que tarda en cerrar la herida por dentro, pero por fuera... ahh por fuera: eso genera piel nueva, de bebé (otra mutación más que añadir a la del cuello). En fin, que ya estoy operado.
Toda la parte superior la escribí casi recién operado. Ahora, a tres semanas casi de la operación, puedo decir que me encuentro mucho mejor: ¡casi me puedo sentar con normalidad y todo!. Eso sí, hay cosas que nunca olvidaré: ese abandono y sensación de desamparo que sientes de la gente que te opera cuando te lanzan al mundo y no te explican ni cómo limpiarte el culo para no pillar una dolorosa, terrible y mortal de necesitad SEPTICEMIA; o ese almodovariano rato del baño de los primeros días, en el que se mezclaban alegremente las heces, el papel del baño y los goterones de sangre cual sabroso revuelto de huevos y morcilla de Burgos.
Gracias a todos por preocuparos de mí durante mi convalecencia.
Y gracias, Piru, por ese abrazo al salir del quirófano y por traerme a casa en coche. Tú bien sabes que hay detalles que no se olvidan.
¿Y a qué debo el estado en el que me encuentro?
¿Esta sensación de invalidez?
¿De incapacidad?
Pues a mi nuevo compañero: el sinus pilonidal, del que ya he comentado mientras sólo era algo similar a un grano supurante. Ahora estoy operado. Me han quitado el microchip que a todos nos controla y soy un hombre libre. He dejado de ser un replicante.
Pero la libertad es dolorosa. Dolorosa de cojones.
Y asquerosa.
Y humillante.
Empecemos: operación y ataque de histeria antes de ir al quirófano. Calmantes para pasar el trago... y a dormir. Cuando despierto tengo once puntos a doble costura desde casi el ano hasta la cintura. Y para casa casi sin poder andar. Luego, una semana de puntos y a quitarlos (todo un gustazo, oiga señora). ¿Y ahora? Pues nada, todos los días a curas: me riegan con Betadine a manguerazos y me meten una gasa dentro de la herida que luego tapan con compresas (las prefiero sin alas, gracias). ¿Y hasta cuándo? Pues seguramente un mes de baja, que es lo que tarda en cerrar la herida por dentro, pero por fuera... ahh por fuera: eso genera piel nueva, de bebé (otra mutación más que añadir a la del cuello). En fin, que ya estoy operado.
Toda la parte superior la escribí casi recién operado. Ahora, a tres semanas casi de la operación, puedo decir que me encuentro mucho mejor: ¡casi me puedo sentar con normalidad y todo!. Eso sí, hay cosas que nunca olvidaré: ese abandono y sensación de desamparo que sientes de la gente que te opera cuando te lanzan al mundo y no te explican ni cómo limpiarte el culo para no pillar una dolorosa, terrible y mortal de necesitad SEPTICEMIA; o ese almodovariano rato del baño de los primeros días, en el que se mezclaban alegremente las heces, el papel del baño y los goterones de sangre cual sabroso revuelto de huevos y morcilla de Burgos.
Gracias a todos por preocuparos de mí durante mi convalecencia.
Y gracias, Piru, por ese abrazo al salir del quirófano y por traerme a casa en coche. Tú bien sabes que hay detalles que no se olvidan.
1 comentario:
Qué pasa no me entero de nada, estamos desconectados y no me gusta. Maestra Cerve.
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