miércoles, 19 de diciembre de 2007

Viva yo y mi caballo (... ¿y ahora qué me vais a hacer?)


¿El piso? Enquistado, gracias: como el sinus, como la existencia en general, como el trabajo, como todo en mi puta vida, como siempre en mi universo. Un ouroboros de mierda, desidia, desinterés, rabia, desilusiones y frustración. Todo fluye excepto yo: monolítico, granítico, impermeable, incapaz de empatizar con nada que no crea que se vista por los pies -Tóner dixit-.

Y la encía sigue sangrando...: ahora es el momento de tocar los cojones con los moscosos, con las vacaciones, con... este fantástico trabajo mío a decir de muchos siempre con su sistema de castas (yo sólo quiero respeto... se pueden meter su quinteto de cuerda y sus voces en falsete por donde gusten).

Buscas durante horas un hombre con un farol a plena luz y no lo encuentras: modernos, guays, atascabares, niños bien, niños mal, trepas, imbéciles, tuercebotas, inútiles. Subnormales. Nada que merezca perder más de 5 minutos. Escucharles y estar prestando más atención a tu último padrastro -pero y éste... ¿cuando llegó?-).

Prefiero ser egoísta, harto de estar harto, de que se rían en tu puta cara, de no poder vivir como quieras aunque como quieras vivir sea de una manera bastante espartana... volver a drogarse en defensa de la psique (y si esta se resiente por lo menos sabes que has sido tu solito por tu cuenta y riesgo y no los "factores ambientales").

Piso, trabajo, familia... menuda triada capitolina. Sólo falta el dios Jano romano (el de dos rostros opuestos, el dios de las puertas, el de lo cerrado y abierto: le espero como agua de mayo: el día que llegue doy un portazo y me voy... no sé dónde, tal vez sólo sea una excursión buscando hiperbóreos).

"Y entre lo que aún no sé,
y lo que prefiero no saber...
he dejado vacío un cajón,
para que guardes tus cosas,
si te vienes conmigo"
Drip-Drop, Cabrón, La Cabra Mecánica

Toda la puta vida igual... más de lo mismo, las mismas caras, los mismos sitios. Todo lo mismo y tú que ya no puedes aguantar más las cornadas de una vida llena de rendijas que huelen a podrido, a obra y a perfume que huele a plantas -¿para qué quiere ir nadie oliendo a esencia de vainilla o coco? ¿se avergüenzan de ser humanos? ¿pero qué coño pasa aquí?-.

Y a mí me llaman extraño... vaya risa me dan. Prefiero seguir así. Pagando al contado. Llegando tarde, pero llegando siempre. Con bocadillos. Con tapas de lacón. Bendita cerveza. "Piru, ven aquí, que quiero invitarte".

Voy al campo. La llorona. Sin saber a qué atenerse. Qué esperar. Cuál será la nueva mierda en mi zapato.

Actúa como gustes. Viva yo y mi caballo.
Nada te agradecerán. No agradezcas nada. Y sé siempre martillo... aunque te toque más de una vez hacer las veces de yunque.