Este mes, sobre todo en los diez últimos días (en los que la operación ya no me molesta tanto y tengo más tiempo para pensar en otras cosas que no sea el puto culo), he tenido tiempo de pensar mucho, de dar vueltas a lo que me preocupa, lo que hago bien y lo que hago de pena. Lo visible y lo invisible. La insoportable levedad del Tóner. Cuando tus días están ocupados por completo por la angustia inmobiliaria de una densa y dolorosa ruptura, por el miedo al despido o, simplemente María, por tus ocho horas de curro (que sí, que me gusta y es un chollazo y soy muy afortunado y tal, pero las ocho horas ahí están), apenas si tienes tiempo para pensar lo que quieres, sean cosas elevadas o de una simplicidad y rusticidad enternecedoras. Te dejas llevar. Y no. Nunca me gustó ir donde va la gente, Vicente. Incluso mis hábitos toxicológicos he planteado revisarlos: antes drogarse era algo con un halo más de rebeldía, de barriada, de cambiar las cosas aunque fuera en tu cabeza. Ahora dan droga a cualquier jiñalpa. Se ha democratizado. Jamás deberían haber permitido beber y drogarse a los subnormales y a la gente acomodada. La adulteran, la encarecen, no hay quien los aguante y encima no son ni Welsh ni Kerouac y no van a aportarnos nada en su puta vida. La dignidad no debe perderse ni en las peores borracheras o puesto como las avutardas. Si vas a dar la barrila y palmaditas y babear a la novia de tu colega o prometer cosas que sabes que no cumplirás, mejor te vas a la puta cama, chao baby, otro día será. Y si no piensas recordar lo que has hecho el finde y por qué te has tirado a esa tía asquerosa o a ese pobre diablo, déjalo chaval. Di no. Niet. Nothing. Nasti de plasti. Pero no tires el dinero para olvidar lo que haces y no poder recordar a quien te humilló. Déjaselo a los profesionales.
Bueno, que me lío con mis idioteces. Al grano. Veinte propósitos y una canción desesperada:
1-Llevar a Jesús a Roma. Se lo merece y lo iba a disfrutar. Y yo NECESITO volver a esa ciudad. Mi ciudad. Lo más bello. Será un acto de simbiosis y que nos beneficiará a los dos.
2-Ir a Navacerrada y al Angliru a ver La Vuelta. O por lo menos a uno de los dos sitios. Con Juanjo e Insu preferiblemente, por favor.
3-Llevar a Emma a Berlín. Miguel me puso los dientes largos. Cerveza, mucho arte, muchísima historia y vanguardia (pero no de la que se guisa en el MOMA o en el Reina o en la Tate Modern).
4-Pasar más tiempo con mis padres y con la Hilaria y Leo. Lo de mis padres urge menos, que ahí están, a seis paradas y vigorosos. Lo otro urge más. Mi abuela se murió siendo yo el que más tiempo llevaba sin verla y eso aún me atormenta.
5-Sacar unos días para hacer algo con Piru y Juanjo este verano.
6-Buscarme las mañas para intentar seguir en el trabajo como sea. Pero esto no está del todo en mi mano. Alá proveerá.
7-Montar en bici y hacer alguna escapada con ella de algún día en cuanto pueda montar con normalidad.
8-Ir más al cine, al teatro y a conciertos.
9-No drogarme a tontas y a locas. El jamón, si es bueno y lo tomas de tanto en cuanto, sabe mejor. Pues eso. Mejor empacho un día y descansar dos meses que al revés.
10-Beber menos. Pero eso lo veo más difícil. Tengo un problema con la bebida: puedo pasarme un mes sin beber y ni me acuerdo (nunca me paso un mes, es un recurso dramático), pero una vez que me acodo en un bar no sé parar.
11-Ir más a exposiciones buenas y dejar las malas de lado. Esto es complicado, que a veces se mimetizan estupendamente las muy hijaputas.
12-Conocer Mérida y Ávila (Emma me metió el gusanillo).
13-Comer menos en sitios malos y comer más (aunque menos veces) en sitios que merezcan la pena.
14- Hacer algún curso que merezca la pena y no sea caro.
15-¿Antropología o doctorado el curso que viene?. Algo quiero hacer. Ya veremos.
16-No atacarme cuando se me juntan los problemas. O no juntar los problemas yo.
17-Dormir y leer más.
18-Comprarme la moto.
19-Ahorrar algo (aunque sea poco).
20-Intentar retirarme cuando ya no merece seguir de juerga. ¡Y si merece que se alargue hasta el infinito!. No pagar por entrar en ningún sitio a abrevar. Ni aunque esté muy borracho.
Y la canción desesperada: Que el Estu no baje, que el Atleti entre en Champion y pase la previa, que Giro, Tour y Vuelta tengan montaña de verdad y brega de cojones. Que mis plantas de maría se desarrollen y crezcan frondosas. Que la vida hay que disfrutarla en lo bueno con más mesura y lo malo no se puede dramatizar hasta el infinito. Que no se me hinchen más los cojones contra la vanguardia casposa e imbécil, contra el rebelde sin causa pero con pasta, contra las ñoñeces paritarias, contra llamar arte a lo que es mierda, contra el perroflautismo ilustrado, contra el popismo charolero y huero y contra el gafapastismo de pose (o poso más bien). He dicho.
Veamos qué cumplo.
Bueno, que me lío con mis idioteces. Al grano. Veinte propósitos y una canción desesperada:
1-Llevar a Jesús a Roma. Se lo merece y lo iba a disfrutar. Y yo NECESITO volver a esa ciudad. Mi ciudad. Lo más bello. Será un acto de simbiosis y que nos beneficiará a los dos.
2-Ir a Navacerrada y al Angliru a ver La Vuelta. O por lo menos a uno de los dos sitios. Con Juanjo e Insu preferiblemente, por favor.
3-Llevar a Emma a Berlín. Miguel me puso los dientes largos. Cerveza, mucho arte, muchísima historia y vanguardia (pero no de la que se guisa en el MOMA o en el Reina o en la Tate Modern).
4-Pasar más tiempo con mis padres y con la Hilaria y Leo. Lo de mis padres urge menos, que ahí están, a seis paradas y vigorosos. Lo otro urge más. Mi abuela se murió siendo yo el que más tiempo llevaba sin verla y eso aún me atormenta.
5-Sacar unos días para hacer algo con Piru y Juanjo este verano.
6-Buscarme las mañas para intentar seguir en el trabajo como sea. Pero esto no está del todo en mi mano. Alá proveerá.
7-Montar en bici y hacer alguna escapada con ella de algún día en cuanto pueda montar con normalidad.
8-Ir más al cine, al teatro y a conciertos.
9-No drogarme a tontas y a locas. El jamón, si es bueno y lo tomas de tanto en cuanto, sabe mejor. Pues eso. Mejor empacho un día y descansar dos meses que al revés.
10-Beber menos. Pero eso lo veo más difícil. Tengo un problema con la bebida: puedo pasarme un mes sin beber y ni me acuerdo (nunca me paso un mes, es un recurso dramático), pero una vez que me acodo en un bar no sé parar.
11-Ir más a exposiciones buenas y dejar las malas de lado. Esto es complicado, que a veces se mimetizan estupendamente las muy hijaputas.
12-Conocer Mérida y Ávila (Emma me metió el gusanillo).
13-Comer menos en sitios malos y comer más (aunque menos veces) en sitios que merezcan la pena.
14- Hacer algún curso que merezca la pena y no sea caro.
15-¿Antropología o doctorado el curso que viene?. Algo quiero hacer. Ya veremos.
16-No atacarme cuando se me juntan los problemas. O no juntar los problemas yo.
17-Dormir y leer más.
18-Comprarme la moto.
19-Ahorrar algo (aunque sea poco).
20-Intentar retirarme cuando ya no merece seguir de juerga. ¡Y si merece que se alargue hasta el infinito!. No pagar por entrar en ningún sitio a abrevar. Ni aunque esté muy borracho.
Y la canción desesperada: Que el Estu no baje, que el Atleti entre en Champion y pase la previa, que Giro, Tour y Vuelta tengan montaña de verdad y brega de cojones. Que mis plantas de maría se desarrollen y crezcan frondosas. Que la vida hay que disfrutarla en lo bueno con más mesura y lo malo no se puede dramatizar hasta el infinito. Que no se me hinchen más los cojones contra la vanguardia casposa e imbécil, contra el rebelde sin causa pero con pasta, contra las ñoñeces paritarias, contra llamar arte a lo que es mierda, contra el perroflautismo ilustrado, contra el popismo charolero y huero y contra el gafapastismo de pose (o poso más bien). He dicho.
Veamos qué cumplo.