lunes, 21 de abril de 2008

Propósitos para después de una baja y un cumpleaños...


Este mes, sobre todo en los diez últimos días (en los que la operación ya no me molesta tanto y tengo más tiempo para pensar en otras cosas que no sea el puto culo), he tenido tiempo de pensar mucho, de dar vueltas a lo que me preocupa, lo que hago bien y lo que hago de pena. Lo visible y lo invisible. La insoportable levedad del Tóner. Cuando tus días están ocupados por completo por la angustia inmobiliaria de una densa y dolorosa ruptura, por el miedo al despido o, simplemente María, por tus ocho horas de curro (que sí, que me gusta y es un chollazo y soy muy afortunado y tal, pero las ocho horas ahí están), apenas si tienes tiempo para pensar lo que quieres, sean cosas elevadas o de una simplicidad y rusticidad enternecedoras. Te dejas llevar. Y no. Nunca me gustó ir donde va la gente, Vicente. Incluso mis hábitos toxicológicos he planteado revisarlos: antes drogarse era algo con un halo más de rebeldía, de barriada, de cambiar las cosas aunque fuera en tu cabeza. Ahora dan droga a cualquier jiñalpa. Se ha democratizado. Jamás deberían haber permitido beber y drogarse a los subnormales y a la gente acomodada. La adulteran, la encarecen, no hay quien los aguante y encima no son ni Welsh ni Kerouac y no van a aportarnos nada en su puta vida. La dignidad no debe perderse ni en las peores borracheras o puesto como las avutardas. Si vas a dar la barrila y palmaditas y babear a la novia de tu colega o prometer cosas que sabes que no cumplirás, mejor te vas a la puta cama, chao baby, otro día será. Y si no piensas recordar lo que has hecho el finde y por qué te has tirado a esa tía asquerosa o a ese pobre diablo, déjalo chaval. Di no. Niet. Nothing. Nasti de plasti. Pero no tires el dinero para olvidar lo que haces y no poder recordar a quien te humilló. Déjaselo a los profesionales.
Bueno, que me lío con mis idioteces. Al grano. Veinte propósitos y una canción desesperada:

1-Llevar a Jesús a Roma. Se lo merece y lo iba a disfrutar. Y yo NECESITO volver a esa ciudad. Mi ciudad. Lo más bello. Será un acto de simbiosis y que nos beneficiará a los dos.
2-Ir a Navacerrada y al Angliru a ver La Vuelta. O por lo menos a uno de los dos sitios. Con Juanjo e Insu preferiblemente, por favor.
3-Llevar a Emma a Berlín. Miguel me puso los dientes largos. Cerveza, mucho arte, muchísima historia y vanguardia (pero no de la que se guisa en el MOMA o en el Reina o en la Tate Modern).
4-Pasar más tiempo con mis padres y con la Hilaria y Leo. Lo de mis padres urge menos, que ahí están, a seis paradas y vigorosos. Lo otro urge más. Mi abuela se murió siendo yo el que más tiempo llevaba sin verla y eso aún me atormenta.
5-Sacar unos días para hacer algo con Piru y Juanjo este verano.
6-Buscarme las mañas para intentar seguir en el trabajo como sea. Pero esto no está del todo en mi mano. Alá proveerá.
7-Montar en bici y hacer alguna escapada con ella de algún día en cuanto pueda montar con normalidad.
8-Ir más al cine, al teatro y a conciertos.
9-No drogarme a tontas y a locas. El jamón, si es bueno y lo tomas de tanto en cuanto, sabe mejor. Pues eso. Mejor empacho un día y descansar dos meses que al revés.
10-Beber menos. Pero eso lo veo más difícil. Tengo un problema con la bebida: puedo pasarme un mes sin beber y ni me acuerdo (nunca me paso un mes, es un recurso dramático), pero una vez que me acodo en un bar no sé parar.
11-Ir más a exposiciones buenas y dejar las malas de lado. Esto es complicado, que a veces se mimetizan estupendamente las muy hijaputas.
12-Conocer Mérida y Ávila (Emma me metió el gusanillo).
13-Comer menos en sitios malos y comer más (aunque menos veces) en sitios que merezcan la pena.
14- Hacer algún curso que merezca la pena y no sea caro.
15-¿Antropología o doctorado el curso que viene?. Algo quiero hacer. Ya veremos.
16-No atacarme cuando se me juntan los problemas. O no juntar los problemas yo.
17-Dormir y leer más.
18-Comprarme la moto.
19-Ahorrar algo (aunque sea poco).
20-Intentar retirarme cuando ya no merece seguir de juerga. ¡Y si merece que se alargue hasta el infinito!. No pagar por entrar en ningún sitio a abrevar. Ni aunque esté muy borracho.

Y la canción desesperada: Que el Estu no baje, que el Atleti entre en Champion y pase la previa, que Giro, Tour y Vuelta tengan montaña de verdad y brega de cojones. Que mis plantas de maría se desarrollen y crezcan frondosas. Que la vida hay que disfrutarla en lo bueno con más mesura y lo malo no se puede dramatizar hasta el infinito. Que no se me hinchen más los cojones contra la vanguardia casposa e imbécil, contra el rebelde sin causa pero con pasta, contra las ñoñeces paritarias, contra llamar arte a lo que es mierda, contra el perroflautismo ilustrado, contra el popismo charolero y huero y contra el gafapastismo de pose (o poso más bien). He dicho.

Veamos qué cumplo.

sábado, 19 de abril de 2008

No están todos los que son, pero sí todos los que están son


Hoy celebro mi cumpleaños.
Con mi gente,
con quien quiero.
CON QUIEN ME SALE DE LOS HUEVOS.

Pero...
falta gente.
Gente que, por enfermedad, lejanía, etc
no están.

Danielson, Chomoi, Miguel, Maxi, Peska, Pumuki... y el resto de gente del pueblo con quien normalmente lo celebro allí y que este año por mi movilidad reducida no podrá ser... ¡Os echo de menos!

martes, 8 de abril de 2008

Entre el drama griego y el primer Almodóvar


Después de más de un mes sin escribir vuelvo a la carga... pero a duras penas (sí, a duras penas: sentado en el borde de la silla y haciendo fuerza con los pies para no apoyar el culo).
¿Y a qué debo el estado en el que me encuentro?
¿Esta sensación de invalidez?
¿De incapacidad?
Pues a mi nuevo compañero: el sinus pilonidal, del que ya he comentado mientras sólo era algo similar a un grano supurante. Ahora estoy operado. Me han quitado el microchip que a todos nos controla y soy un hombre libre. He dejado de ser un replicante.
Pero la libertad es dolorosa. Dolorosa de cojones.
Y asquerosa.
Y humillante.
Empecemos: operación y ataque de histeria antes de ir al quirófano. Calmantes para pasar el trago... y a dormir. Cuando despierto tengo once puntos a doble costura desde casi el ano hasta la cintura. Y para casa casi sin poder andar. Luego, una semana de puntos y a quitarlos (todo un gustazo, oiga señora). ¿Y ahora? Pues nada, todos los días a curas: me riegan con Betadine a manguerazos y me meten una gasa dentro de la herida que luego tapan con compresas (las prefiero sin alas, gracias). ¿Y hasta cuándo? Pues seguramente un mes de baja, que es lo que tarda en cerrar la herida por dentro, pero por fuera... ahh por fuera: eso genera piel nueva, de bebé (otra mutación más que añadir a la del cuello). En fin, que ya estoy operado.


Toda la parte superior la escribí casi recién operado. Ahora, a tres semanas casi de la operación, puedo decir que me encuentro mucho mejor: ¡casi me puedo sentar con normalidad y todo!. Eso sí, hay cosas que nunca olvidaré: ese abandono y sensación de desamparo que sientes de la gente que te opera cuando te lanzan al mundo y no te explican ni cómo limpiarte el culo para no pillar una dolorosa, terrible y mortal de necesitad SEPTICEMIA; o ese almodovariano rato del baño de los primeros días, en el que se mezclaban alegremente las heces, el papel del baño y los goterones de sangre cual sabroso revuelto de huevos y morcilla de Burgos.

Gracias a todos por preocuparos de mí durante mi convalecencia.
Y gracias, Piru, por ese abrazo al salir del quirófano y por traerme a casa en coche. Tú bien sabes que hay detalles que no se olvidan.