
Este verano he repetido mucho la frasecita de marras... pero es que me sirve de enganche con el mundo en estos días inciertos... Navegar. Navegar siempre. Y naufragar mucho. Lamerte las heridas y volver a navegar... tal vez mañana el sol brillará. Siempre lo hice así. Navegando sólo, cambiando de aires, sin amarrar nunca en un puerto... ¿por qué cambiar ahora?. No ha llegado aún la hora de que el castellano errante -versión achilifunk del mito del holandés que no puede atracar en ningún puerto- se haga farero o se dedique a coser redes sentado en la playa.
Y si te quedas sin casa... pues nada chico: te pones el gorro de pensar para protegerte de la brisa marina (y que nadie vea tus lágrimas) y a navegar. A navegar hasta otra isla.
Y si tu jefa te dice que des el callo a tope porque te van a largar y mejor que quedes bien... pues a navegar. Y a la mierda dejarte la piel por bucaneros que no saben apreciarlo. Navegar para ganarte los garbanzos (o el arroz a la marinera).
Y si aparece a traición una ex a la que aprecias pero no sabes como decirla que no te gusta... pues a navegar. Navegar deprisa. Cobarde marinero.
Y si te enamoras y posiblemente seas correspondido pero tu amor te dice que hagas las maletas y subas el ancla que aquí no te puedes quedar... navegar. Navegar rápido para que no se te vea llorar. Navegar hasta que encuentres otros ojos claros que te hagan olvidar los suyos. Navegar contra una roca, partir el barco, aferrarte a un barril y comenzar de nuevo. Navegar sin querer.
Es muchas veces triste navegar. Pero más triste es no hacerlo. Si no navegas no vives, no hay más. Navegar y naufragar. Vida intensa.
Me voy a navegar... buscarme en algún puerto.
Tenía pensadas un par de entradas: una sobre Castilla y sus perdedores y otra sobre las vacaciones, pero tendrán que esperar un tiempo todavía. Ahora toca navegar.
Y si te quedas sin casa... pues nada chico: te pones el gorro de pensar para protegerte de la brisa marina (y que nadie vea tus lágrimas) y a navegar. A navegar hasta otra isla.
Y si tu jefa te dice que des el callo a tope porque te van a largar y mejor que quedes bien... pues a navegar. Y a la mierda dejarte la piel por bucaneros que no saben apreciarlo. Navegar para ganarte los garbanzos (o el arroz a la marinera).
Y si aparece a traición una ex a la que aprecias pero no sabes como decirla que no te gusta... pues a navegar. Navegar deprisa. Cobarde marinero.
Y si te enamoras y posiblemente seas correspondido pero tu amor te dice que hagas las maletas y subas el ancla que aquí no te puedes quedar... navegar. Navegar rápido para que no se te vea llorar. Navegar hasta que encuentres otros ojos claros que te hagan olvidar los suyos. Navegar contra una roca, partir el barco, aferrarte a un barril y comenzar de nuevo. Navegar sin querer.
Es muchas veces triste navegar. Pero más triste es no hacerlo. Si no navegas no vives, no hay más. Navegar y naufragar. Vida intensa.
Me voy a navegar... buscarme en algún puerto.
Tenía pensadas un par de entradas: una sobre Castilla y sus perdedores y otra sobre las vacaciones, pero tendrán que esperar un tiempo todavía. Ahora toca navegar.
2 comentarios:
Navegar, siempre con el mismo barco, de vela, por supuesto. Y el barco choca con otros navíos, el mar lo golpea, lo va curtiendo. Pero la madera de la que está hecho aguanta, el barco se crece al ver lo que puede llegar a soportar, al sentir que siempre puede seguir navegando, sabiendo que llegarán más tormentas, oleajes fuertes, otros mares, más horizontes, siempre más.
Es bueno mirar a un lado y divisar a lo lejos otros barcos, barcos como el del cuervo viejo.
Y como siempre el funcionario tenía razón. Bienvenido a casa golfo, espero que se hayan aclarado ya tus disyuntivas.
Publicar un comentario